Lo único reprochable a los primeros pasos literarios es que suelen translucir demasiadas vergüenzas al comprobar que, sobre el texto, persiste la intención de buscar una voz propia. Probablemente este sea el caso de Te trataré como a una reina (1983), la tercera novela de la escritora Rosa Montero -precedida por La función Delta y Crónica del desamor, ambas publicadas en 1979-, en la que la autora rastrea y experimenta con un estilo que, sin duda, desarrollará con mayor atino en novelas posteriores culminando en Historia del rey Transparente (2005) -bajo mi punto de vista, su mejor novela de ficción, en forma y contenido-.
Y es que Te trataré como a una reina es de esas narraciones tan temporales, que uno no puede leer de igual modo en el contexto de 1983 que en el actual. El mundo marginal que retrata, con un estilo narrativo inclinado hacia la novela negra, adolece de un vínculo muy estrecho con la generación que narra. Coqueteos esporádicos y tentativas de amor que buscan salvar amplias diferencias de edad cubren numerosas páginas de una sexualidad explícita y cruda, tan descarnada y desnuda como el alma de los protagonistas. Si bien hay que reconocer, el impacto de estas escenas sería mucho mayor para aquellos primeros lectores de los ochenta. No obstante, acertada en este sentido, los personajes huyen de la profundidad sometidos por su experiencia. Antonio -un atractivo y solitario funcionario entrado en la cuarentena cuya mayor aspiración es crear la esencia perfecta- encarna una de las figuras más atractivas y hondas de la narración: envuelto en una frágil seguridad que se nutre de un desmesurado afán de orden, cataloga y describe cada aspecto de su vida con la misma pulcra perfección con la que destila los ingredientes de los perfúmenes que tanto adora.
En Te trataré como a una reina Rosa Montero se permite experimentar y adopta un tono pesimista y decadente que pocas veces acostumbra a acompañar la entusiasta vitalidad de la escritora. Quizás este hecho se justifique por el diálogo que la obra entabla con el género negro norteamericano, alejándose de la sofisticación de los personajes y ambientes de la novela policíaca inglesa. Sin embargo, al margen de estos aspectos, en este libro ya se respira parte del éxito que encumbraría a Rosa Montero en las listas de ventas de nuestro país: un estilo sencillo, prudente, pero inevitablemente eficaz a la hora de describir sentimientos, con seleccionadas metáforas cuya precisión evocan al instante la imagen deseada.
Otro recurso frecuente en la escritora que aparece también en este novela es la fragmentación narrativa, generalmente a través de flashforward que consiguen anticipar manteniendo intriga y espectativas sobre el final de la novela. Una herramienta que empleará con gran dominio en los primeros párrafos de Historia del rey transparente: "Soy mujer y escribo, soy plebeya y sé leer y aunque mis palabras estén siendo devoradas por el Gran Silencio, hoy constituyen mi única arma". Un fagmento que sólo adquirirá sentido pleno inmerso en el desenlace.
Pero más allá de estos escarceos por el terreno de la crítica, Te trataré como a una reina es una obra consumible de principio a fin que si bien no ofrece el mejor trazado de su pluma, contiene el germen de un estilo y las claves que acabarán conformando la narrativa de Rosa Montero: fresca, sin florituras y, ante todo, humana.
1 comentario:
***Nota para navegantes sorprendidos por este post: Si dicen que uno no quiere de verdad hasta que aprende a asumir los defectos del otro, que estos humildes comentarios sirvan para demostrar mi debilidad por la autora de "La loca de la casa".
¡Porque la admiración no es incompatible con mis impresiones como lectora! ;)
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