Los estereotipos nutren el talante español de un deje guasón y poco serio que más de una vez, a ojos vista de los países vecinos, ha derivado en un sonoro pitorreo hacia nuestro intencionado "buen hacer". Bien es cierto que a solidarios y detallistas pocos nos ganan y este carácter altruista parece que no es una adquisición reciente. Lo que ocurre es que el voluntarismo español y nuestro informalismo innato entran muchas veces en contacto, derivando en un cortocircuito rabioso que bien puede desencadenar un conflicto internacional...
Sin ir más lejos, de la hemeroteca del Faro de Vigo hoy extraigo uno de estos ejemplos. La dádiva que el gobierno franquista, hace ya más de 75 años, quiso tener con uno de sus férreos y sesudos aliados: el mismísimo Adolfo Hitler. El regalito, por ser español, tenía que tener eso de ácido y arrebatador propio de aquel país eréctil, paladín de la gracia nacional católica en el mundo entero. Claro que además de autóctono el detalle debía incluir alguna perlita idólatra y zalamera para que el agasajado se sintiese doblemente satisfecho. Así que el Caudillo y sus expertos en marketing decidieron -leo en el periódico- enviar a los mercados de Berlín naranjas españolas, eso sí, envueltas en un papel con el rostro del Führer impreso. No quiero imaginarme la de ardores que despertarían tan enrevesados cítricos...
En cualquier caso, lo peor no es acusar de hortera al mercado nacional, lo peor es que el envío se desvió estrepitosamente y las naranjas medio arias, medio hispanas, acabaron en Londres. Y dice el periódico "Los clientes se negaron a comprarlas". ¡Y eran unas 40.000! Desconozco dónde acabaría la remesa y cuántos hogares ingleses, por coherencia idealista, se quedarían sin su orange juice mañanero. Tampoco se puede corroborar la realidad de los hechos, más allá de lo verosímil que parece. Consultando hemerotecas más precisas, como la de ABC, apenas he encontrado mención a las dichosas naranjas, salvo una nota que a 5 de febrero de 1944 destacaba las colas en el mercado londinense para comprar naranjas de España. Supongo que en esa ocasión el envoltorio sería algo más oportuno, popular y apolítico. Puede que una fabulosa Ginger Rogers acompañada de su inseparable Fred Asteair fuesen un buen reclamo...
De todos modos, más allá del formato, el contingente y el contenido ¿no parecen más divertidos los periódicos de antaño?
1 comentario:
ufff!! papá hitler por fin consiguió invadir Inglaterra!! jjaja. Grande Noe!
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