Sin embargo, en este caso y al contrario de lo que la Señora Rosa Díez promulga sobre las distintas acepciones de la lengua, nos referimos a la vanidad "en el sentido más elogioso de la palabra". A la vanidad como trampolín de los sueños, a la vanidad que dignifica el talento humano. Como escribió Paulo Coelho en El peregrino de Compostela [Diario de un mago]: “lo que las personas llaman vanidad: dejar obras, hijos, tratar de que su nombre no sea olvidado, yo lo considero como la máxima expresión de la dignidad humana”. Quizás movidos por ese revuelo de sentimientos, algunas de los personas que acompañan esta crónica buscaron –no todas lo consiguieron- acuñar un nombre propio en los pliegues de la Historia.Con tales pretensiones, sin duda habría que comenzar hablando de la periodista estadounidense Nellie Bly, pionera en esto de las aventuras alrededor del globo. Ella, que por una vez consiguió dejar a Julio Verne como un escritor pacato en sus predicciones y fantasías, completó su carrera en setenta y dos días, seis horas, once minutos y catorce segundos desde que iniciara su hazaña aquel 14 de noviembre de 1889 en Nueva York. No obstante, poco tardaría George Francis Train en rebajar esta marca, cuando en una segunda intentona allá por 1890, consiguió dar la vuelta al mundo en 67 días. Su vinculación con el periodismo era más bien económica –durante la Guerra Civil estadounidense financió la revista The Revolution, que abogaba por la defensa de los derechos de la mujer- y consiguió que la memoria colectiva conservase una pequeña placa con su nombre.
Pero ¿qué hay de todos esos personajes que se quedaron a medio camino entre el éxito y el más cruel anonimato? Hablamos de gentes que protagonizaron reportajes y crónicas en los diarios de medio mundo y cuya fama fue tan fugaz como la vida de esos ejemplares de papel. A principios de la década de los 50, la periodista española Josefina Carabias escribió en el vespertino Informaciones, unas líneas sobre dos colegas holandeses, Kramer y Helms, que habían partido de Ámsterdam con intención de recorrer el mundo entero y consumir su talento relatando su viaje.
A su paso por Madrid, estos periodistas se dieron cuenta de que su aventura podría ser intensísima y emocionante pero distaba mucho de ser original: en la capital española, otros dos periodistas, en este caso dos italianos de la revista Tempo, se hallaban con sus dos motos dispuestos a conquistar el globo a fuerza de exprimir el acelerador de su VESPA. Así que ambas parejas de aventureros optaron por lo más rentable: continuar juntos aquella peripecia. Tal y como señala Carabias en su pequeña entrevista con Kramer:
Los aventureros confesaron ante Carabias que llevaban dos mil pesetas gastadas desde que emprendieron el viaje y que ya no quedaban fondos en sus talonarios:
Kramer: Después, sí. Pero lo que hace falta de momento es lograr el propósito. Estamos entusiasmados con nuestro viaje y ese entusiasmo es el que nos hace superar toda clase de dificultades. [Y más tarde matiza] Con la cartera llena de billetes el viaje no tendría mérito ni emoción.
Sin embargo, el paso del tiempo no deja de hacer fascinante su propósito, incluso para alguien como esta Trilby que les escribe, que pertenece a la generación de viajes "low cost" y para la que Phileas Fogg era un león llamado Willy enamorado de una pantera asiática.

Y es que el periodismo escribe la historia cotidiana del hoy, las peripecias del día a día, y sólo algunas "Bly" saltan las vallas de su tiempo para formar parte del imaginario colectivo. Sin embargo, hasta los héroes caducos con el ejemplar de un diario, desde su minúsculo rincón de hemeroteca, todavía son capaces de conmocionar. Aunque hoy ya nadie los recuerde, todavía permanecen como héroes poseídos por el aventurero Phileas Fogg en la memoria de aquel grupo de niños de la capital que, a mediados de los años 50, observaban con emoción el mapamundi dibujado en la carrocería del vehículo de aquellos periodistas, deseando por un momento formar parte de esa aventura y escaparse de su triste realidad, por la latitud más próxima a los sueños.
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